¿Cuando les hablo de Carpool Karaoke saben a lo que me refiero? ¿No? Bueno, quizás no lo conocías por su nombre oficial, pero es la reconocida sección del 'Late Show' de James Corden donde, dentro de un auto, cantan canciones junto a un grupo musical, en otras palabras: un karaoke andante.
Ya se han subido centenares de estrellas junto a este simpático presentador y comediante inglés que ha logrado consagrarse con este sello a nivel mundial. Pero en el último programa, llegó una leyenda: Paul McCartney.
La imagen era contradictoriamente placentera, el rechoncho rubio contagia con una sonrisa imborrable de su rostro; parecía un niño al que le faltaba su paleta dulce, al lado de este hombre con la cara surcada de éxitos que quedarán inmortalizadas en la historia de la música.
Pero ahí, arriba del auto, se escucharon los clásicos de The Beatles, cantados por el propio integrante de la banda que tocó la estratosfera junto a sus tres compañeros de banda en casi toda la década de los '60. Primero con 'Drive my car', a la que siguió 'Penny Lane', tras la cual se acercaron a la calle que da nombre a la canción y a la peluquería que menciona el primer verso.
Siguieron con 'Let it be' y llegaron las lágrimas cuando Corden explicó que la primera vez que escuchó la canción fue junto a su abuelo, quien le dijo que se trataba de la mejor canción de la historia. "Si estuviera vivo, estaría emocionadísimo con esto", añadió el presentador.
Visitaron también la casa donde McCartney pasó su adolescencia y en la que solía escribir las letras de sus canciones junto a Lennon. Finalmente, McCartney apareció con su banda en uno de los pubs de la ciudad y empezaron a tocar los himnos de los Beatles.