Es una mujer noble, tranquila y de buenos sentimientos. Su pasado ha sido hasta ahora una carga emotiva de mucho sufrimiento: La depresión que sufrió por años y la falta de sustento económico, la llevaron a tomar una decisión límite: vender a una de sus hijas para salvar a la otra. A pesar de que reconstruyó su vida junto a Mario, con quien tuvo a Gonzalo, nunca ha podido olvidar. Lo que no espera, es que muy pronto toda esa seguridad y felicidad que ha conseguido, se verá amenazada cuando vuelva a reencontrarse con su hija Rosa, hoy llamada Agustina.